Un fantástico microbio que devorará el odio



Ésta no fue una semana cualquiera. Ninguna en realidad lo es. Me refiero... qué queda muy marcada; a que décadas después, esta semana lluviosa, donde se me llovió mi casa, un producto cultural, el odio, terminó con la vida de David Fremd.

No, no fue una semana más.

La noticia de que la vida no necesita de miles, o cientos de miles, o millones de años para mutar y encontrar su camino también me impactó. El PET, tereftalato de polietileno, esta solución moderna para la distribución de los líquidos en botellas que diariamente consumimos. Eso que luego se convierte en porcentaje muy elevado de nuestra diaria basura. Esas que intento reciclar depositándolas en el tacho verde que la IMM dispuso en la esquina de mi casa, pero sin realmente saber si luego ese reciclado valdrá la pena. Pues un nuevo microbio, un nuevo ser, "ideonella sakaiensis, nos permitirá degradar nuestros plásticos".

¡Qué tranquilidad saber que si un día desaparecemos los humanos cómo especie, ya existe alguien que limpiará, cómo bien dice la nota, nuestra basura!

Pero estemos o no estemos aquí: ¿quién limpiará el odio?
No, no tenemos chance que un nuevo microbio nos de una mano también en esto.
No, no serán otros los que hagan la tarea por nosotros.
Mientras "la vida siempre encuentra su camino", ¿la cultura también encontrará la suya?
No, no es claro.
No, no es tan obvio que deba pasar.
No, no se dará por pura lógica, ni porque lo bueno siempre al final deberá triunfar.

Se dará por puro sentimiento.
Se dará porque en la panadería "Abuelo Pepe" esa semana fueron judíos.
Se dará ya que el sol no pudo dormir en Uruguay esta semana.
Y puesto que Sol Bauzá no durmió para poder dar respuesta a: "¿y por qué te conmueve tanto si no sos judía, no sos sanducera, ni lo conocías?"
Y porque todos debemos ser Marcela Artagaveytia.
Y porque el hijo de David, en su día más triste, en el día del entierro de su padre, nos enseña a estar contentos, ya que él más que nadie es David y sabe que sus futuras generaciones también lo serán.
Se dará si cuando salga Yusra Mardini en las próximas olimpíadas de Río, todos nos sintamos sirios.

Porque cada vez que pasa algo que nos duele, que nos afecta nuestros sentimientos, nos mimetizaremos y seremos por siempre ellos. Es esta construcción cultural, también fantástica, de sentirnos que no somos sólo nuestro "yo"; qué somos David Fremd, Marcela Artagaveytia, Lola Chomnalez, y las miles de miles de injustas muertes aquí en nuestro Uruguay o donde sea.

Es un todo anhelar que este producto cultural se convierta en nuestro fantástico microbio, qué devorará nuestra "mugre cultural", esa mugre, esa terrible mugre: el odio.


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